La libertad de acción de cada individuo termina cuando empieza la del otro. Aceptamos y comprendemos las maneras de pensar y actuar distintas a las de nosotros y tratamos con sumo cuidado aquello que nos rodea. 

Nuestras operaciones e interacciones las realizamos con diligencia, seriedad y prudencia porque sabemos que las cosas deben hacerse bien desde el principio hasta el final y que sólo así se obtiene la enseñanza y provecho de ellas. 

No nos apropiamos de lo que no nos pertenece y somos congruentes con lo que decimos y hacemos. 

Desarrollamos nuestras actividades con un compromiso superior al normal, mostramos buenos modales hacia nuestros compañeros, superiores, clientes, proveedores y vestimos de manera correcta acorde a nuesto puesto y actividad. 

Cumplimos con nuestros roles, objetivos y metas establecidas; no sólo lo decimos lo demostramos con hechos. 

Desarrollamos nuestras actividades con orden, limpieza, en tiempo y forma y, actuamos acorde con nuestros valores y reglas establecidas.